jueves, 3 de abril de 2014

HOLLERITH

Herman Hollerith nació en Buffalo, Nueva York (en los Estados Unidos) el 29 de Febrero de 1860, proveniente de una familia de inmigrantes alemanes que viajaron a los Estados Unidos a consecuencia de los disturbios políticos de 1848. Su padre era un profesor de Griego y Latín que se caracterizaba por ser un libre pensador (de ahí que tuviera que huir de Alemania), y que murió en un accidente cuando Herman tenía apenas 7 años de edad. Al enviudar, su madre convirtió su hobby de elaborar sombreros para damas en un negocio que les permitió llevar una vida libre de dificultades económicas. A principios del decenio de 1870, la familia Hollerith se trasladó a la ciudad de Nueva York, en donde Herman acudió por un tiempo a una escuela pública y luego tuvo un maestro particular debido a sus deficiencias en ortografía que le estaban causando desasosiego y malas notas en otras materias. Desde entonces se advirtió su enorme talento para la mecánica, aunque se dice que no parecía tener muchas otras habilidades. Cuando apenas contaba con 15 años de edad, Herman ingresó a la Universidad de Columbia, y se graduó de ingeniero en minas a los 19 años con mención honorífica. Durante los veranos trabajó en las minas de hierro de Michigan y probablemente pensaba regresar allí después de su graduación, aunque la experiencia no le había agradado del todo. Casualmente, Hollerith se graduó en un año terminado en nueve, que era precisamente cuando la oficina del Censo se preparaba a iniciar su trabajo. William Trowbridge, quien había sido profesor de Hollerith en la universidad era agente especial del censo, y le ofreció a su ex-alumno un empleo en Washington, D.C., en el que ganaría $600 dólares al año. Hollerith no lo pensó dos veces, y aceptó la oferta de inmediato. Su trabajo consistiría en elaborar un aburrido y detallado informe sobre el uso del vapor y del agua, que muy pocos consultaban y menos aún leían. Durante esos años, Hollerith asistió con frecuencia a las fiestas del Club de Botes Potomac y tuvo tiempo para dedicarse al único hobby que se le conoce: la fotografía. Curiosamente, Hollerith tenía una enorme aversión a que se le tomaran fotos, y por ello se tienen muy pocas fotografías de él en nuestros días.

Uno de sus conocidos en la Oficina del Censo fue el Dr. Shaw Billings, quien estaba a cargo de las estadísticas vitales. Hollerith invitó a salir a la hija de Billings, de quien se dice era muy bella, en el verano de 1881. Tras una cena en la que Hollerith atacó fervorosamente la ensalada de pollo de un restaurant, la joven (llamada Kate Sherman) se impresionó tanto con el joven ingeniero que lo invitó a cenar a su casa. Fue durante esa cena que Hollerith y Billings entablaron una conversación que cambiaría para siempre la vida del primero. Billings le dijo a Hollerith que debía ser posible construir una máquina que realizara la tediosa tarea de tabular la población y demás estadísticas que se derivan del censo. Incluso, le sugirió a Hollerith la idea de usar tarjetas perforadas para codificar la información de cada individuo. Hollerith quedó prendado del problema y pensó que podría trabajar en el diseño de dicha máquina, pero cuando le pidió a Billings si quería trabajar con él, éste declinó aduciendo que a él lo único que le interesaba era ver la máquina construída. Hollerith nunca olvidó darle el crédito debido a Billings por la sugerencia y por sus valiosas ideas, pero el diseño de la máquina fue todo obra suya.

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